La transformación de un espacio en un lugar se logra a través de la relación que existe entre las personas y ese espacio, dándole un significado y haciéndolo parte de su identidad. Una persona siente un lugar suyo, aunque no sea de su propiedad, transformándolo y dejando su “huella”.

La forma de apropiación del espacio facilita el diálogo entre las personas y su entorno, mediante una relación dinámica. Así, mediante la transformación física o simbólica del espacio el individuo se apropia del lugar y al mismo tiempo contribuye a desarrollar su propia identidad.

Algunos de los factores físicos a tener en cuenta a la hora de apropiarse del espacio en la escuela son el tamaño y capacidad, adecuación funcional de la infraestructura y el mobiliario, locación, el valor simbólico y estético del espacio físico, y las condiciones estructurales, en donde se incluyen: sonidos, el color e iluminación, la temperatura y humedad, y la calidad del aire.

La vinculación entre sujetos y espacio físico escolar es un tema de estudio cada vez más relevante. Como ya se ha podido demostrar, el espacio físico genera un impacto cognitivo y emocional en las personas, afectando la percepción de sí mismo, su bienestar y la salud.

Existen estudios que asocian el bienestar subjetivo infantil a diferentes dimensiones, tales como las relaciones entre sus compañeros, relaciones familiares, uso del tiempo libre, relación con la comunidad, etc. De todas ellas, la escuela se reconoce como un factor de gran contribución a la satisfacción con la vida en general y la salud de los jóvenes.

Recientemente el PNUD y UNICEF han recogido esta estrecha relación entre bienestar y escuela, profundizando en el papel que tiene la educación en la construcción del bienestar subjetivo.

Existe una propuesta para el tratamiento de la salud en la escuela basándose en cuatro categorías:

  • Las condiciones de la escuela o el ambiente físico y ambiente interno a ella,
  • Las relaciones sociales,
  • El autoconcepto y concepción de logros personales
  • El nivel de salud.

 

El espacio físico escolar mantiene una relación interdependiente entre la comunidad que habita el ambiente, éste mismo y los contextos en los cuáles se despliega. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el espacio físico de la escuela aparece como algo no visibilizado y no problematizado, sino más bien asumido o naturalizado.

Mediante la apropiación espacial la persona incorpora el entorno en sus procesos cognitivos y afectivos, dotándose éste de significado individual y social. Por otra parte, las personas se atribuyen a sí mismas cualidades del ambiente como definitorias de su identidad.

Las acciones consideradas en el modelo dual de apropiación espacial se desarrollan desde tres aspectos:

  • Acciones cotidianas. Relación cotidiana entre las personas y los lugares, y que van configurando los modos de ser y hacer en el espacio.
  • Acciones orientadas al lugar. Comportamientos que tienen las personas de manera intencionada con el entorno.
  • Acciones relativas a proyectos futuros del lugar. Participación y posible solución de problemas del entorno. Posibilitan transformaciones del espacio físico desde una dimensión más colectiva.

 

La apropiación del entorno físico es una forma de comprender la formación de vínculos con los “lugares”, donde se ven implicados procesos de participación en el propio ambiente. De esta manera, el espacio que se transforma en lugar tiene una participación importante en los procesos cognitivos, afectivos, de identidad y relacionales de los individuos.

Los estudiantes propician su participación en aquellos territorios reconocidos como propios, tales como el aula y el patio.

Por medio de la acción y las huellas (marcas simbólicas dejadas por las personas y comunidades), se posibilita la transformación directa de los espacios.

Tres procesos que conforman la identificación simbólica:

  1. Identificar el entorno. Reconocimiento del espacio mediante representaciones o mapas mentales que las personas tienen en relación a dicho lugar. Permiten organizar la experiencia social y cognitiva, influir en la organización del espacio y posibilitar decisiones acerca de acciones.
  2. Ser identificado por el entorno. El identificarse con el entorno se asocia a la capacidad de la persona de reconocerse a sí misma como parte del espacio con el que se ha generado un vínculo desde los significados, posibilitando además la autoadscripción de cualidades del mismo entorno que vienen a definir su propia identidad.
  3. Identificarse con el entorno.

 

En el marco del estudio del espacio físico escolar y su relación con la experiencia educativa, han sido variados los focos de análisis según los autores y la disciplina afín. Se reconocen estudios en torno a los efectos del ambiente físico escolar sobre el rendimiento académico (Schneider, 2002), la influencia del medio físico sobre el comportamiento y la interacción social (Muhammad et. al., 2014), la influencia del diseño del espacio físico en las interacciones didáctico instructivas (Laorden y Pérez, 2002), la influencia de distintas variables ambientales sobre aspectos educativos (Gilmartín, 2000; Duke, 2008), y la injerencia del ambiente escolar en la experiencia emocional (Konu y Rimpela, 2002).

 

Visto lo anterior, es importante potenciar la apropiación de la comunidad educativa sobre sus espacios y que promueva la responsabilidad territorial de las personas sobre los lugares de convivencia, de modo que la optimización de los espacios efectivamente pueda contribuir a la mejora de la calidad de vida, la formación y superación personal.

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