El número de alérgicos aumenta año tras año. No en vano, la OMS ha clasificado las alergias entre las seis patologías más frecuentes en el mundo.

Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEICAP), alrededor de dos millones de niños en España padece algún tipo de alergia, lo que supone un 25% de la población infantil.

Una de las alergias que más se están desarrollando es la alergia al polen.

Los pólenes son granos minúsculos mediante los que se fecundan las flores. Una sola planta puede producir miles de granos de polen, que se ve como polvo amarillo en las flores pero que no puede apreciarse cuando está disperso en el aire.

Muchas veces se suele culpar a las semillas con pelusa (pelusillas blancas que generan los chopos y otras plantas en primavera) de la alergia, cuando en realidad lo que la produce es el polen disperso en la atmósfera.

Estas alergias normalmente se desarrollan en dos fases.

  1. La sensibilización. Cuando entramos en contacto con una sustancia que se detecta como nociva y el cuerpo equivocadamente empieza a producir anticuerpos, llamados anticuerpos IgE.
  2. La reacción. Se desencadena un aluvión de reacciones inmunitarias en el cuerpo, como ojos que se llenan de agua o pican, congestión nasal y estornudos, entre otros.

 

¿Cómo influye nuestro entorno físico en todo esto?

Por una parte, está el cambio climático. La subida de las temperaturas está adelantando el periodo de polinización y retrasando su finalización, incrementando así el ciclo de exposición a los pólenes.

Por otro lado, está la contaminación. Las partículas de emisión diésel producidas por vehículos, calefacciones y emisiones industriales crean un ambiente hostil al que las plantas reaccionan de manera “defensiva”. Los pólenes de zonas contaminadas generan nuevas proteínas denominadas “proteínas de estrés” que tienen una mayor capacidad de estimular nuestra respuesta alérgica.

Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo.

Otro factor que influye es que pasamos cada vez más tiempo en espacios cerrados y con menos contacto con la naturaleza. Esto de cara a los niños tiene gran importancia a largo plazo y los hace más propensos al desarrollo de alergias en un futuro.

Por esto es importante intentar incluir la naturaleza en nuestro día a día, ya sea realizando salidas o excursiones si nos es posible, o metiendo elementos naturales en nuestro entorno diario. Traer la naturaleza a nosotros e incorporarla en el diseño. Es un elemento mucho más versátil de lo que muchas veces se piensa y nos ofrece una infinidad de posibilidades de diseño.

Comments are closed

Plataforma de Gestión del Consentimiento de Real Cookie Banner